Lagartija
Querido diario, hace tiempo que no escribo, he estado muy liada. Te explicaré el motivo.
Un día, estaba escribiendo en mi diario, (que eres tú) después de tocar el violín, por curioso que parezca, a esa hora vienen palomas a posarse en la repisa de la ventana. Yo las miraba mientras escribía, porque eran muy monas, pero se veían borrosas, porque el cristal de mi ventana es ondulado.
De repente oí un golpe, como si una paloma chocase contra mi cristal.
-Qué raro que una paloma ¿verde? Se tropiece contra el cris...ta...l...- pensé.
La “paloma” se quedó quieta mirando de un lado a otro. ¡Más bien parecía una lagartija! Abrí la ventana para que se asustara y se marchara, pero ella se metió en mi habitación revoloteando sin parar, chocándose contra las paredes, hasta que cayó al suelo y encogió las alas, mientras observaba mi habitación.. Luego, se giró y me miró, poco a poco, se le plantaron los pinchos en la cresta dorsal. Era de color verde, adornada con zonas oscuras o rojas. Su cresta dorsal, constaba de varios pinchos rojos agachados hacia atrás. Sus ojos eran saltones y amarillos, con unas pupilas negras, alargadas y verticales de parte a parte del ojo, su morro era puntiagudo y sus fosas nasales sobresalian a cada lado des morro. Sus alas tenian una uña negra en la punta, eran medianas, comparadas con su cuerpo y sus cuatro patas largas tenían tres largas y delicadas uñas de color rojo. Su cola era larga, acababa en una flecha roja.
Yo quería marcharme corriendo de allí y alejarme cuanto más pudiera de aquella lagartija, pero estaba paralizada por el miedo.
Sus pinchos se agacharon y se tranquilizó, tal vez porque yo no pensaba atacarle. La lagartija empezó a pasear por mi habitación como si estuviera en una cabalgata, mirando hacia todos lados. Yo me calmé.
-¡Hey!- chillé- ¡Vale, ya no estoy calmada!
La lagartija, se acercaba a mí.
-¡Quieta lagartija!- grité-¡A mí no te me acerques! Me das “repelús”.....
La lagartija, puesto que no entendía mis palabras, se acercaba a mí sin parar hasta que me acorraló, a mis espaldas tenía la mesita de noche, a mi derecha el escritorio y a mi izquierda la cama. La lagartija paró y se sentó delante de mí y empezó a mirarme. Yo quería lanzar un grito desesperada, pero pensé que la lagartija no pretendía atacarme a mi tampoco. “Lagartija” (que así le llamé) oyó un ruido, seguramente de mi madre que estaba en la cocina, enseguida saltó y ¡escupió una llamarada! Por milagro hacia la ventana. Yo chillé. ¡Ops!, me tapé la boca. ¡Vaya! No quería chillar..
Mi madre se acercaba y, al parecer, mi padre también. Yo escondí a “Lagartija” en un cajón, sin hacerle mucho daño.
Mi madre abrió la puerta.
-¿Qué ha pasado?- dijo ella- ¿Estás bien?
-¡Si!- dije- Estoy bien.
-¿Qué ha sido ese grito?¿Por qué está el borde de la ventana quemada?- preguntó.
-Pues....eh....¡eso siempre ha estado ahí!
-¿Y ese grito?¿Por qué has chillado?
-Pues.... porque....¡he visto una araña! Si, muy grande .... bueno, grande para lo que son las arañas... he...
-¿Dónde está?-interrumpió mami-
-Pues, es que... se ha ido por la ventana.
-Ah... vale, entonces, ¿no ha pasado nada?
-No, ya podéis iros.
Mis padres se marcharon ¡Uf! No quería que descubriesen a “Lagartija”, no me gustaría haberme perdido en otro mundo y que me cogieran y me investigaran como le pasaría a “Lagartija”.
La saqué del cajón, estaba aterrorizada.
La cogí en brazos y le rasqué el cuello. En seguida cerró los ojos y se relajó.
-¡Vaya!Te gusta ¿eh?-dije con tono cariñoso-Preferiría estar acariciando a un gatito y no a un bicho raro de otro mundo, pero, bueno, no es tan malo.
En un rato mi madre gritó:
-¡La mesa está puesta, cuando quieras vienes!
-¡Ostras!-pensé-¿Y ahora qué? ¡No puedo dejar sola a “Lagartija”!
Se me ocurrió una idea...
-Mami, me gustaría comer sola.
-¿Por qué?- preguntó ella.
-Porque.. hacen una pelicula... de "Los Simpsons"...
-Dá igual, la vemos contigo
-No, no, de verdad, vosotros ved lo que queráis en la otra tele y yo veré la peli. Todos salimos ganando, ¿verdad?
-Bueno, lo que quieras.
-¡Bien!- pensé.
Me traje a "Lagartija" a la salita y cerré las puertas. La dejé en el sofá-cama y fuí a por la comida. Hoy era sopa de fideos y de segundo chuleta de cordero.
Me puse con la sopa, delante de la sopa estaba el plato con la chuleta de cordero.
Cuando terminé la sopa, no me apetecía chuleta. Me quedé mirando a "Lagartija". Tenía que probar...Cogí la chuleta y se la enseñé, cerca del suelo, ella se acercó, y la cogió con soltura. Se subió al sofá y empezó a comérsela.
-¡No, no!- chillé.
-¡Ghhá!-contestó ella.
-Encima del sofá, no.
Ella me miró como diciendo; "no sé lo que charras". Y me acerqué a ella y cogí la chuleta, dejándola en el suelo. Ella bajó y siguió comiendo. Cuando menos me lo esperaba ¡CHAN! ya no quedaba chuleta y "Lagartija" estaba durmiendo, acurrucada.
De repente veo que viene mi madre:
-¿Ya has terminado?
-Si...
-Vale, pues vamos a recoger la mesa...
"Lagartija" estaba dormida y no quería despertarla para esconderla por si se asustba.
-No, no. Ya recogeré la mesa yo sola, no haces falta en nada.
-Vale ¡Qué bien!-dijo ella.
Faltaba poco para irme al cole, pero no sabía dónde dejar a "Lagartija", tenía que dejarla en un sitio donde mis padres no fueran a mirar, pero que estuviera cómoda.
Entonces vacié un cajón y metí todos los juguetes en una bolsa. Se me cayó una bola de goma, que cuando la golpeas, hace luces de colores, al parecer a "Lagartija" le gustó, la miraba con intriga, con ganas y nerviosa. Nunca había visto nada igual.
La dejé entretenida con la bola y me fuí al baño a por algodón. Llené el cajón de algodón, como es blandito y suave, debería de estar cómoda.
Cuando volví del colegio me fuí corriendo a mi habitación y abrí el cajón de "Lagartija". El algodón estaba todo escampado y ella estaba durmiendo en la dura madera del cajón. Yo la saqué con cuidado y ella se despertó. Mi madre estaba trabajando y mi padre se había ido a comprar, podía dedicarle tiempo a "Lagartija"...¡pero primero los deberes!. Me senté en le escritorio y saqué la libreta y el libro. Cuando saqué el lápiz, "Lagartija" vino a mi corriendo y empezó a morder el lapiz.
-¡Arj, grr!- gruñía.
-¡No, para!- le dije.
A "Lagartija" se le cayó el lapiz de la boca, yo seguí haciendo los deberes. En un rato, los había acabado y cogí a "Lagartija" para mostrarle a "Chiqui", mi periquita. Ella solo se asusta de peluches o de juguetes para perros, no creia que se asustara de Lagartija.. Saqué a Chiqui de su jaula y la puse en su sala de juegos, mientras Lagartija se asomaba por el borde de la mesa, mirándola fijamente. Chiqui se acercó a ella y no se asustó, al igual que Lagartija. Las dos son valientes.
Estuve toda la tarde con Lagartija, mostrándole cosas, animales, la tele, las fotos, el ordenador, mis juguetes, la ropa... Me lo pasé muy bien, pero...¡UPS! Lagartija tenía hambre, le rugían las tripas. Yo estaba sofocada, ¿ y ahora que hago?, si no le daba de comer.. me comería al perico, el hámster y los peces, después de habérselo enseñado todo.
Fui a la nevera a buscar carne, pero solo encontré latas de paté, caldo de pollo, lonchas de jamón serrano y de mortadela. Probé a enseñárselo todo, lo único que se comió fue el jamón serrano, a lo mejor, solo le gustaba la carne roja, tenía que darle algo más porque le rugían las tripas. ¿Cómo una cosa tan “mini” sea tan glotona?
Busqué en el congelador y encontré ternera ¡Averigüé la descongelación en el microondas solo por Lagartija! Comió un poco y vino mi padre. Enseguida la guardé en su cajón desordenado.
Al día siguiente me levanté y jugué con Lagartija, luego me fui al “cole”. Luego volví y jugué con Lagartija, luego me fui al “cole”. Luego volví, hice los deberes y jugué con Lagartija. Así sucesivamente. Pasaron los días y Lagartija y yo estábamos cada vez más unidas, me tenía más aprecio, pero lo que más me extrañaba era que no volaba. El primer día revoloteó por mi habitación y no volvió a volar. Aquella tarde yo estaba nerviosa porque Lagartija tenía hambre y de carne solo encontré caldo de pollo y un bote de paté de jamón. ¡Con lo que chifla el jamón!. Se me ocurrió una idea, cocinar el paté junto al caldo, a ver que quedaba y si le gustaba a Lagartija. Llené la sartén de caldo de pollo y puse encima eun trocito de paté… ¡Pero no tenía ni idea de cocina!, luego lo metí en el horno…supongo que para calentarlo…Bueno, no estaba hecha para cocinar. En un rato fui a sacarlo del horno y…¡OSTRAS! Estaba duro como una piedra, o mejor dicho, como una galleta. Se lo di a Lagartija.. a lo mejor le gustaba.
¡No me lo esperaba! Se lo zampó enseguida, pero sus tripas le seguían rugiendo.
-Podría pasarme la tarde haciendo galletas para Lagartija, o pasarme la tarde jugando con ella sabiendo que sufre hambre- pensé.
Elegí la primera opción, así que me pase la tarde haciendo galletas, pero era fácil, y daba buen resultado.
-¡La merienda está servida!- grité.
Le enseñé a Lagartija la bandeja llena de galletitas de carne.
-¡Grú!- dijo ella con cara de buen gusto.
Ella se las comió todas. En un rato llegó mi padre de comprar (como todas las tardes) y yo escondí a Lagartija en su cajón.
Pasaron los días.
Era una tarde que estaba sola en casa y ¡muy emocionada! Porque al día siguiente ¡nos ívamos a Madrid! Pensaba llevarme a Lagartija conmigo, lo tenía todo preparado: su suéter de lana, una bolsa de galletitas de carne y algodón para que estuviera cómoda en mi mochila. Y también llevaría una botella de agua que era exclusivamente para ella. Aquella tarde estaba tan emocionada que quise sacar a Lagartija a la terraza. Cogí una correa enrollable que le regalamos a la perrita de mi yaya que no la quiso y se la puse a Lagartija. Sabía que no volaba, pero se podía escapar y caer por el bordillo. Cuando subi a la terraza me sentí ¡WOW! ¡Qué sensación de nervios! No sabía lo que podía ocurrir con Lagartija. En el momento que crucé la puerta que daba a la terraza, Lagartija empezó a mirar a todas las direcciones que uno se puede imaginar y ¡ha! ¡empezó a revolotear como una loca! Pero ¡cómo volaba! ¡me estaba arrastrando por toda la terraza! (Qué vergüenza si alguien me estuviera mirando) Yo sostenía la correa con firmeza y no la soltaba. ¡Que tensión!
Al parecer Lagartija ya se había cansado, y jadeando de cansancio, caía al suelo como una hoja de papel. Supongo que se había dado por vencida. Yo también estaba agotada, ya no podía más, así que la desaté para llevármela en brazos adentro. ¡Pero enseguida salió disparada y me agarró de la espalda!. Es como si me hubiese tendido una trampa. ¡Que lista! Lo raro es que me agarró y…¡se fue volando por ahí! ¡Qué músculos debía tener! Pero que asustada estaba…no sabía a donde me llevaría, ni que haría, ni que pasaría…
Resulta que me llevó a la playa de Gandia, y se alejó y se alejó de la costa, y cuando parecía el fin del mundo, apareció una islita de debajo de los mares ¡Cuánto más cerca estábamos, más grande era la isla hasta que..¡era un inmenso país!
Entonces aterrizó. ¡Qué miedo! Aquello era un mundo mitológico…¡REAL! Estaba todo lleno de dragones que se veían a lo lejos. ¿Pero también habían más cerca! ¡Qué miedo! Ahora era Lagartija la que me tenía que cuidar a mi.
Entre tanto “bicho”, localicé a unos de la especie de Lagartija. Iban en manada y cazaban presas muy grande para ellos, como ovejas, ciervos, etc. Eso era lo que vi. ¡Por eso Lagartija era tan fuerte!. Lo raro era que convivían con nuestros animales, y sólo habían herbívoros.
Yo tomé nota, a lo mejor, podía hacer un álbum del mundo de los dragones. Lagartija estaba muy contenta, situada delante de mi. Habíamos aterrizado en una llanura alta, con vistas a bosques y otras llanuras donde se encontraban dragones. Lagartija tenía intención de volar y yo la cogí porque tenía miedo aunque tuviera intención de regresar. Pero no sabía cómo volver a casa, Lagartija quería quedarse allí.
Bueno, como por allí no hay dragones, fuimos paseando por la zona. Había una laguna con pececillos, y Lagartija se tiró al agua, supongo que porque estaba fresquita y le encantaba.
Me paré a observar el paisaje, me fijé y alrededor habían muchas piedras doradas que algunos dragones protegían. Me acerqué a una de ellas y la cogí. Se me ocurrió morderla y…dejé las marcas de mis dientes en aquella roca maravillosa ¡es oro de verdad!
Cogí tres y me las guardé en el bolsillo. Pero luego pensé que con una me sobraba…así que dejé las otras dos para cualquier dragón que quisiera protegerlas.
Al meterla en el bolsillo, noté la pelotita de colores que le gustaba a Lagartija y la saqué.
-¡Eh, Lagartija!¡Mira lo que tengo…!
Lagartija se me acercó y se quedó mirando la bola, luego saltó encima de mi y me agarró del sueter por la espalda y…..¡a volar como antes!
Cuando menos me lo esperaba, ya estaba en la terraza de mi casa.
Supongo que la bola le ha hecho volver. La bola era un objeto de mi casa… entonces, para volver a su mundo…le enseñaría el lingote de oro que me traje.
El viaje a Madrid había llegado, era por la mañana, a las 6 o por ahí... había que llegar pronto a la estación de Valencia para coger el AVE, ya sabes, el tren de Alta Velocidad o como se llame... Entonces, desperté cuidadosamente a Lagartija y fui preparando mi mochila, con mi ropa, agua, una bolsa de agua para Lagartija, una bolsa con galletitas de carne para Lagartija y el sueter de lana de Lagartija (porque allí haría mucho frío) y la pelotita de colores de Lagartija.
Mientras Lagartija estiraba las alas y se relamía la boca (es el mal sabor de las mañanas), yo me fui hacia el acuario, les puse dos pastillas de alimentos a los peces para que no se murieran de hambre durante el viaje, y le puse un montón de comida a Copito (el hámster), le puse pienso normal, pipas, manzana, cereales de miel y un pedacito de queso. Luego fui a limpiarle la jaula a Chiki, y a quitarle el agua, porque mientras la llevábamos en el coche se le caería.
Una vez preparado todo, volví a mi cuarto para coger mi reloj (nunca me lo olvido) y meter a Lagartija en la mochila, pero cuando llegué.... ¡Lagartija se estaba atragantando con algo!, la cogí y le di golpecitos , pero al parecer ya se lo había tragado. Yo la calme y la metí en la mochila.
Una vez en el coche, de camino a Madrid, ya podíamos dormir lo que nos faltaba. Lagartija miraba a su alrededor por la apertura que le dejé en la mochila para que respirara bien.
Al llegr a la estación RENFE, nos sentamos en un banco a esperar el tren. Yo le dije a mi madre que tenía que ir al baño y e dejé la mochila puesta. Entonces, me metí en el baño, y como no había nadie, saqué a Lagartija. ¡GRÁURJ!, se oyó.
-¡Shhht!- le dije- Cállate o nos oirán-.
Abrí los ojos y ya estábamos entrando en Valencia, resulta que me había dormido. Tenía cogida en brazos la mochila, miré por el hueco y Lagartija estaba durmiendo.
Al llegar a la estación RENFE, mi padre nos dejó a mi madre y a mi y él se fue por su lado, en coche. Nuestro tren salía a las ocho menos veinte y eran las siete y cuarto. Nos sentamos en un banco a esperar. Yo noté que la mochila se movía, entonces dije a mi madre que tenía que ir al baño. Cuando llegué, cerré la puerta y abrí la mochila cuidadosamente, (vi que faltaba una cremallera) y Lagartija se abalanzó sobre mi jadeando de alegría.
-¡Vale, vale! ¡Cálmate!- dije entre carcajadas-.
Es que Lagartija no paraba de lamerme y...¡me hacía cosquillas! ¡ji, ji, ji! En eso, que salía una chica de un water y se quedó mirándose en el espejo, luego, salió una señora y Lagartija se asustó y empezó a corretear por el baño, yo, por suerte, la cogí.
-Eh...-dije yo- Es que...es mi perro,...si, me gusta disfrazarlo, je, je.. hem...ya sé que no se permite traer animales, pero es tan pequeño, además, es muy obediente, no...se hace caca...
Las dos señoras me miraban extrañadas y yo me fui yendo poco a poco y al instante metí a Lagartija en la mochila.
Volví con mi madre y al tren ya le faltaba poco para emprender el viaje, los pasajeros ya podían subir. Cuando nos sentamos, nos aburrimos un poco esperando a que el tren se pusiera en marcha. Cuando lo hizo, fue aumentando poco a poco la velocidad y la mochila empezó a moverse. Le dije a mi madre que tenía que ir otra vez al baño... y me fuí corriendo para que no se diera cuenta de que llevaba la mochila puesta. Cuando llegué al baño, me aseguré de que no había nadie y saqué a Lagartija, que, como antes, no paraba de lamerme. Yo saqué la bolsa de las galletitas, lo mejor era hambre... ella la olfateó y no hizo señal de que le interesara. Sólo quería jugar, además, se iba poniendo más nerviosa a la vez que el tren aumentaba la velocidad. Tenía intención de volar, aunque solo volaba en espacios abiertos o muy amplios. Me había fijado en eso. Pero entonces, empezó a mover las alas muy rápidamente, aunque sin separarse del suelo. ¡y al final se separó del suelo!, se sentiría mejor en el aire que tocando el suelo del tren y notando que se movía.
Yo me puse nerviosa e intenté atraparla, entonces ella se puso más nerviosa y empezó a volar por todas partes, dándose impulso con las paredes. Yo intentaba cazarla, pero ¡no os imagináis lo difícil que es cazar a un lagarto al vuelo!. Al fin pude agarrale de la cola, aunque ella me estiraba.
Como ya no podía, a lo mejor, le hice daño y ¡escupió una llamarada! y luego otra, y otra, y otra, y...un poco loca. El fuego, menos mal, no se cogía aninguna parte, pero yo estaba muy asustada, porque si apuntaba hacia mi...
(pag.15)
CONTINUARÁ....
Un día, estaba escribiendo en mi diario, (que eres tú) después de tocar el violín, por curioso que parezca, a esa hora vienen palomas a posarse en la repisa de la ventana. Yo las miraba mientras escribía, porque eran muy monas, pero se veían borrosas, porque el cristal de mi ventana es ondulado.
De repente oí un golpe, como si una paloma chocase contra mi cristal.
-Qué raro que una paloma ¿verde? Se tropiece contra el cris...ta...l...- pensé.
La “paloma” se quedó quieta mirando de un lado a otro. ¡Más bien parecía una lagartija! Abrí la ventana para que se asustara y se marchara, pero ella se metió en mi habitación revoloteando sin parar, chocándose contra las paredes, hasta que cayó al suelo y encogió las alas, mientras observaba mi habitación.. Luego, se giró y me miró, poco a poco, se le plantaron los pinchos en la cresta dorsal. Era de color verde, adornada con zonas oscuras o rojas. Su cresta dorsal, constaba de varios pinchos rojos agachados hacia atrás. Sus ojos eran saltones y amarillos, con unas pupilas negras, alargadas y verticales de parte a parte del ojo, su morro era puntiagudo y sus fosas nasales sobresalian a cada lado des morro. Sus alas tenian una uña negra en la punta, eran medianas, comparadas con su cuerpo y sus cuatro patas largas tenían tres largas y delicadas uñas de color rojo. Su cola era larga, acababa en una flecha roja.
Yo quería marcharme corriendo de allí y alejarme cuanto más pudiera de aquella lagartija, pero estaba paralizada por el miedo.
Sus pinchos se agacharon y se tranquilizó, tal vez porque yo no pensaba atacarle. La lagartija empezó a pasear por mi habitación como si estuviera en una cabalgata, mirando hacia todos lados. Yo me calmé.
-¡Hey!- chillé- ¡Vale, ya no estoy calmada!
La lagartija, se acercaba a mí.
-¡Quieta lagartija!- grité-¡A mí no te me acerques! Me das “repelús”.....
La lagartija, puesto que no entendía mis palabras, se acercaba a mí sin parar hasta que me acorraló, a mis espaldas tenía la mesita de noche, a mi derecha el escritorio y a mi izquierda la cama. La lagartija paró y se sentó delante de mí y empezó a mirarme. Yo quería lanzar un grito desesperada, pero pensé que la lagartija no pretendía atacarme a mi tampoco. “Lagartija” (que así le llamé) oyó un ruido, seguramente de mi madre que estaba en la cocina, enseguida saltó y ¡escupió una llamarada! Por milagro hacia la ventana. Yo chillé. ¡Ops!, me tapé la boca. ¡Vaya! No quería chillar..
Mi madre se acercaba y, al parecer, mi padre también. Yo escondí a “Lagartija” en un cajón, sin hacerle mucho daño.
Mi madre abrió la puerta.
-¿Qué ha pasado?- dijo ella- ¿Estás bien?
-¡Si!- dije- Estoy bien.
-¿Qué ha sido ese grito?¿Por qué está el borde de la ventana quemada?- preguntó.
-Pues....eh....¡eso siempre ha estado ahí!
-¿Y ese grito?¿Por qué has chillado?
-Pues.... porque....¡he visto una araña! Si, muy grande .... bueno, grande para lo que son las arañas... he...
-¿Dónde está?-interrumpió mami-
-Pues, es que... se ha ido por la ventana.
-Ah... vale, entonces, ¿no ha pasado nada?
-No, ya podéis iros.
Mis padres se marcharon ¡Uf! No quería que descubriesen a “Lagartija”, no me gustaría haberme perdido en otro mundo y que me cogieran y me investigaran como le pasaría a “Lagartija”.
La saqué del cajón, estaba aterrorizada.
La cogí en brazos y le rasqué el cuello. En seguida cerró los ojos y se relajó.
-¡Vaya!Te gusta ¿eh?-dije con tono cariñoso-Preferiría estar acariciando a un gatito y no a un bicho raro de otro mundo, pero, bueno, no es tan malo.
En un rato mi madre gritó:
-¡La mesa está puesta, cuando quieras vienes!
-¡Ostras!-pensé-¿Y ahora qué? ¡No puedo dejar sola a “Lagartija”!
Se me ocurrió una idea...
-Mami, me gustaría comer sola.
-¿Por qué?- preguntó ella.
-Porque.. hacen una pelicula... de "Los Simpsons"...
-Dá igual, la vemos contigo
-No, no, de verdad, vosotros ved lo que queráis en la otra tele y yo veré la peli. Todos salimos ganando, ¿verdad?
-Bueno, lo que quieras.
-¡Bien!- pensé.
Me traje a "Lagartija" a la salita y cerré las puertas. La dejé en el sofá-cama y fuí a por la comida. Hoy era sopa de fideos y de segundo chuleta de cordero.
Me puse con la sopa, delante de la sopa estaba el plato con la chuleta de cordero.
Cuando terminé la sopa, no me apetecía chuleta. Me quedé mirando a "Lagartija". Tenía que probar...Cogí la chuleta y se la enseñé, cerca del suelo, ella se acercó, y la cogió con soltura. Se subió al sofá y empezó a comérsela.
-¡No, no!- chillé.
-¡Ghhá!-contestó ella.
-Encima del sofá, no.
Ella me miró como diciendo; "no sé lo que charras". Y me acerqué a ella y cogí la chuleta, dejándola en el suelo. Ella bajó y siguió comiendo. Cuando menos me lo esperaba ¡CHAN! ya no quedaba chuleta y "Lagartija" estaba durmiendo, acurrucada.
De repente veo que viene mi madre:
-¿Ya has terminado?
-Si...
-Vale, pues vamos a recoger la mesa...
"Lagartija" estaba dormida y no quería despertarla para esconderla por si se asustba.
-No, no. Ya recogeré la mesa yo sola, no haces falta en nada.
-Vale ¡Qué bien!-dijo ella.
Faltaba poco para irme al cole, pero no sabía dónde dejar a "Lagartija", tenía que dejarla en un sitio donde mis padres no fueran a mirar, pero que estuviera cómoda.
Entonces vacié un cajón y metí todos los juguetes en una bolsa. Se me cayó una bola de goma, que cuando la golpeas, hace luces de colores, al parecer a "Lagartija" le gustó, la miraba con intriga, con ganas y nerviosa. Nunca había visto nada igual.
La dejé entretenida con la bola y me fuí al baño a por algodón. Llené el cajón de algodón, como es blandito y suave, debería de estar cómoda.
Cuando volví del colegio me fuí corriendo a mi habitación y abrí el cajón de "Lagartija". El algodón estaba todo escampado y ella estaba durmiendo en la dura madera del cajón. Yo la saqué con cuidado y ella se despertó. Mi madre estaba trabajando y mi padre se había ido a comprar, podía dedicarle tiempo a "Lagartija"...¡pero primero los deberes!. Me senté en le escritorio y saqué la libreta y el libro. Cuando saqué el lápiz, "Lagartija" vino a mi corriendo y empezó a morder el lapiz.
-¡Arj, grr!- gruñía.
-¡No, para!- le dije.
A "Lagartija" se le cayó el lapiz de la boca, yo seguí haciendo los deberes. En un rato, los había acabado y cogí a "Lagartija" para mostrarle a "Chiqui", mi periquita. Ella solo se asusta de peluches o de juguetes para perros, no creia que se asustara de Lagartija.. Saqué a Chiqui de su jaula y la puse en su sala de juegos, mientras Lagartija se asomaba por el borde de la mesa, mirándola fijamente. Chiqui se acercó a ella y no se asustó, al igual que Lagartija. Las dos son valientes.
Estuve toda la tarde con Lagartija, mostrándole cosas, animales, la tele, las fotos, el ordenador, mis juguetes, la ropa... Me lo pasé muy bien, pero...¡UPS! Lagartija tenía hambre, le rugían las tripas. Yo estaba sofocada, ¿ y ahora que hago?, si no le daba de comer.. me comería al perico, el hámster y los peces, después de habérselo enseñado todo.
Fui a la nevera a buscar carne, pero solo encontré latas de paté, caldo de pollo, lonchas de jamón serrano y de mortadela. Probé a enseñárselo todo, lo único que se comió fue el jamón serrano, a lo mejor, solo le gustaba la carne roja, tenía que darle algo más porque le rugían las tripas. ¿Cómo una cosa tan “mini” sea tan glotona?
Busqué en el congelador y encontré ternera ¡Averigüé la descongelación en el microondas solo por Lagartija! Comió un poco y vino mi padre. Enseguida la guardé en su cajón desordenado.
Al día siguiente me levanté y jugué con Lagartija, luego me fui al “cole”. Luego volví y jugué con Lagartija, luego me fui al “cole”. Luego volví, hice los deberes y jugué con Lagartija. Así sucesivamente. Pasaron los días y Lagartija y yo estábamos cada vez más unidas, me tenía más aprecio, pero lo que más me extrañaba era que no volaba. El primer día revoloteó por mi habitación y no volvió a volar. Aquella tarde yo estaba nerviosa porque Lagartija tenía hambre y de carne solo encontré caldo de pollo y un bote de paté de jamón. ¡Con lo que chifla el jamón!. Se me ocurrió una idea, cocinar el paté junto al caldo, a ver que quedaba y si le gustaba a Lagartija. Llené la sartén de caldo de pollo y puse encima eun trocito de paté… ¡Pero no tenía ni idea de cocina!, luego lo metí en el horno…supongo que para calentarlo…Bueno, no estaba hecha para cocinar. En un rato fui a sacarlo del horno y…¡OSTRAS! Estaba duro como una piedra, o mejor dicho, como una galleta. Se lo di a Lagartija.. a lo mejor le gustaba.
¡No me lo esperaba! Se lo zampó enseguida, pero sus tripas le seguían rugiendo.
-Podría pasarme la tarde haciendo galletas para Lagartija, o pasarme la tarde jugando con ella sabiendo que sufre hambre- pensé.
Elegí la primera opción, así que me pase la tarde haciendo galletas, pero era fácil, y daba buen resultado.
-¡La merienda está servida!- grité.
Le enseñé a Lagartija la bandeja llena de galletitas de carne.
-¡Grú!- dijo ella con cara de buen gusto.
Ella se las comió todas. En un rato llegó mi padre de comprar (como todas las tardes) y yo escondí a Lagartija en su cajón.
Pasaron los días.
Era una tarde que estaba sola en casa y ¡muy emocionada! Porque al día siguiente ¡nos ívamos a Madrid! Pensaba llevarme a Lagartija conmigo, lo tenía todo preparado: su suéter de lana, una bolsa de galletitas de carne y algodón para que estuviera cómoda en mi mochila. Y también llevaría una botella de agua que era exclusivamente para ella. Aquella tarde estaba tan emocionada que quise sacar a Lagartija a la terraza. Cogí una correa enrollable que le regalamos a la perrita de mi yaya que no la quiso y se la puse a Lagartija. Sabía que no volaba, pero se podía escapar y caer por el bordillo. Cuando subi a la terraza me sentí ¡WOW! ¡Qué sensación de nervios! No sabía lo que podía ocurrir con Lagartija. En el momento que crucé la puerta que daba a la terraza, Lagartija empezó a mirar a todas las direcciones que uno se puede imaginar y ¡ha! ¡empezó a revolotear como una loca! Pero ¡cómo volaba! ¡me estaba arrastrando por toda la terraza! (Qué vergüenza si alguien me estuviera mirando) Yo sostenía la correa con firmeza y no la soltaba. ¡Que tensión!
Al parecer Lagartija ya se había cansado, y jadeando de cansancio, caía al suelo como una hoja de papel. Supongo que se había dado por vencida. Yo también estaba agotada, ya no podía más, así que la desaté para llevármela en brazos adentro. ¡Pero enseguida salió disparada y me agarró de la espalda!. Es como si me hubiese tendido una trampa. ¡Que lista! Lo raro es que me agarró y…¡se fue volando por ahí! ¡Qué músculos debía tener! Pero que asustada estaba…no sabía a donde me llevaría, ni que haría, ni que pasaría…
Resulta que me llevó a la playa de Gandia, y se alejó y se alejó de la costa, y cuando parecía el fin del mundo, apareció una islita de debajo de los mares ¡Cuánto más cerca estábamos, más grande era la isla hasta que..¡era un inmenso país!
Entonces aterrizó. ¡Qué miedo! Aquello era un mundo mitológico…¡REAL! Estaba todo lleno de dragones que se veían a lo lejos. ¿Pero también habían más cerca! ¡Qué miedo! Ahora era Lagartija la que me tenía que cuidar a mi.
Entre tanto “bicho”, localicé a unos de la especie de Lagartija. Iban en manada y cazaban presas muy grande para ellos, como ovejas, ciervos, etc. Eso era lo que vi. ¡Por eso Lagartija era tan fuerte!. Lo raro era que convivían con nuestros animales, y sólo habían herbívoros.
Yo tomé nota, a lo mejor, podía hacer un álbum del mundo de los dragones. Lagartija estaba muy contenta, situada delante de mi. Habíamos aterrizado en una llanura alta, con vistas a bosques y otras llanuras donde se encontraban dragones. Lagartija tenía intención de volar y yo la cogí porque tenía miedo aunque tuviera intención de regresar. Pero no sabía cómo volver a casa, Lagartija quería quedarse allí.
Bueno, como por allí no hay dragones, fuimos paseando por la zona. Había una laguna con pececillos, y Lagartija se tiró al agua, supongo que porque estaba fresquita y le encantaba.
Me paré a observar el paisaje, me fijé y alrededor habían muchas piedras doradas que algunos dragones protegían. Me acerqué a una de ellas y la cogí. Se me ocurrió morderla y…dejé las marcas de mis dientes en aquella roca maravillosa ¡es oro de verdad!
Cogí tres y me las guardé en el bolsillo. Pero luego pensé que con una me sobraba…así que dejé las otras dos para cualquier dragón que quisiera protegerlas.
Al meterla en el bolsillo, noté la pelotita de colores que le gustaba a Lagartija y la saqué.
-¡Eh, Lagartija!¡Mira lo que tengo…!
Lagartija se me acercó y se quedó mirando la bola, luego saltó encima de mi y me agarró del sueter por la espalda y…..¡a volar como antes!
Cuando menos me lo esperaba, ya estaba en la terraza de mi casa.
Supongo que la bola le ha hecho volver. La bola era un objeto de mi casa… entonces, para volver a su mundo…le enseñaría el lingote de oro que me traje.
El viaje a Madrid había llegado, era por la mañana, a las 6 o por ahí... había que llegar pronto a la estación de Valencia para coger el AVE, ya sabes, el tren de Alta Velocidad o como se llame... Entonces, desperté cuidadosamente a Lagartija y fui preparando mi mochila, con mi ropa, agua, una bolsa de agua para Lagartija, una bolsa con galletitas de carne para Lagartija y el sueter de lana de Lagartija (porque allí haría mucho frío) y la pelotita de colores de Lagartija.
Mientras Lagartija estiraba las alas y se relamía la boca (es el mal sabor de las mañanas), yo me fui hacia el acuario, les puse dos pastillas de alimentos a los peces para que no se murieran de hambre durante el viaje, y le puse un montón de comida a Copito (el hámster), le puse pienso normal, pipas, manzana, cereales de miel y un pedacito de queso. Luego fui a limpiarle la jaula a Chiki, y a quitarle el agua, porque mientras la llevábamos en el coche se le caería.
Una vez preparado todo, volví a mi cuarto para coger mi reloj (nunca me lo olvido) y meter a Lagartija en la mochila, pero cuando llegué.... ¡Lagartija se estaba atragantando con algo!, la cogí y le di golpecitos , pero al parecer ya se lo había tragado. Yo la calme y la metí en la mochila.
Una vez en el coche, de camino a Madrid, ya podíamos dormir lo que nos faltaba. Lagartija miraba a su alrededor por la apertura que le dejé en la mochila para que respirara bien.
Al llegr a la estación RENFE, nos sentamos en un banco a esperar el tren. Yo le dije a mi madre que tenía que ir al baño y e dejé la mochila puesta. Entonces, me metí en el baño, y como no había nadie, saqué a Lagartija. ¡GRÁURJ!, se oyó.
-¡Shhht!- le dije- Cállate o nos oirán-.
Abrí los ojos y ya estábamos entrando en Valencia, resulta que me había dormido. Tenía cogida en brazos la mochila, miré por el hueco y Lagartija estaba durmiendo.
Al llegar a la estación RENFE, mi padre nos dejó a mi madre y a mi y él se fue por su lado, en coche. Nuestro tren salía a las ocho menos veinte y eran las siete y cuarto. Nos sentamos en un banco a esperar. Yo noté que la mochila se movía, entonces dije a mi madre que tenía que ir al baño. Cuando llegué, cerré la puerta y abrí la mochila cuidadosamente, (vi que faltaba una cremallera) y Lagartija se abalanzó sobre mi jadeando de alegría.
-¡Vale, vale! ¡Cálmate!- dije entre carcajadas-.
Es que Lagartija no paraba de lamerme y...¡me hacía cosquillas! ¡ji, ji, ji! En eso, que salía una chica de un water y se quedó mirándose en el espejo, luego, salió una señora y Lagartija se asustó y empezó a corretear por el baño, yo, por suerte, la cogí.
-Eh...-dije yo- Es que...es mi perro,...si, me gusta disfrazarlo, je, je.. hem...ya sé que no se permite traer animales, pero es tan pequeño, además, es muy obediente, no...se hace caca...
Las dos señoras me miraban extrañadas y yo me fui yendo poco a poco y al instante metí a Lagartija en la mochila.
Volví con mi madre y al tren ya le faltaba poco para emprender el viaje, los pasajeros ya podían subir. Cuando nos sentamos, nos aburrimos un poco esperando a que el tren se pusiera en marcha. Cuando lo hizo, fue aumentando poco a poco la velocidad y la mochila empezó a moverse. Le dije a mi madre que tenía que ir otra vez al baño... y me fuí corriendo para que no se diera cuenta de que llevaba la mochila puesta. Cuando llegué al baño, me aseguré de que no había nadie y saqué a Lagartija, que, como antes, no paraba de lamerme. Yo saqué la bolsa de las galletitas, lo mejor era hambre... ella la olfateó y no hizo señal de que le interesara. Sólo quería jugar, además, se iba poniendo más nerviosa a la vez que el tren aumentaba la velocidad. Tenía intención de volar, aunque solo volaba en espacios abiertos o muy amplios. Me había fijado en eso. Pero entonces, empezó a mover las alas muy rápidamente, aunque sin separarse del suelo. ¡y al final se separó del suelo!, se sentiría mejor en el aire que tocando el suelo del tren y notando que se movía.
Yo me puse nerviosa e intenté atraparla, entonces ella se puso más nerviosa y empezó a volar por todas partes, dándose impulso con las paredes. Yo intentaba cazarla, pero ¡no os imagináis lo difícil que es cazar a un lagarto al vuelo!. Al fin pude agarrale de la cola, aunque ella me estiraba.
Como ya no podía, a lo mejor, le hice daño y ¡escupió una llamarada! y luego otra, y otra, y otra, y...un poco loca. El fuego, menos mal, no se cogía aninguna parte, pero yo estaba muy asustada, porque si apuntaba hacia mi...
(pag.15)
CONTINUARÁ....